El Pombero es el más popular de los duendes de la región guaraní. Su
nombre viene del verbo "pomberiar", que significa espiar. Se lo describe
como un hombre alto, delgado y velludo, que luce un enorme sombrero de
paja. Otras versiones, que hoy parecen predominar, lo pintan como un
petiso gordo, negro, peludo y feo; también como un enano fornido que
camina con los pies hacia atrás, aunque con esta caracterización su
figura tiende a fundirse.
El Pombero es el genio protector de los
pájaros. Recorre el monte a la siesta con una caña en la mano, y si
encuentra niños puestos en la tarea de cazarlos carga con ellos, para
abandonarlos luego lejos de su casa, muertos o atontados. Otras
versiones, afirman que les chupa la sangre hasta matarlos y los cuelga
luego de un árbol. Claro que bajo tal amenaza las personas procuran no
alejarse mucho de los ranchos en estas horas de descanso. También puede
secuestrarlos en la noche, cuando andan detrás de los cocuyos. No hace
ruido al caminar, razón por la cual en algunos sitios recibe el nombre
de Py-ragüé, o sea, pies con plumas o pies velludos.
El Pombero pía,
silba, remeda el canto de las aves. Puede también transformarse en
indio, tronco y hasta tomarse invisible para entrar por el ojo de una
cerradura. Le gustan los huevos frescos y la miel del monte. Masca
tabaco negro y suele dormir en los hornos. No faltan los que celebran
con él un pacto heroico, beneficiándose con su ayuda. Pero aunque le
diviertan las transmutaciones, su representación esencial es
antropomórfica.
Si se habla de él por las noches, es preciso hacerlo
en voz baja para no ofenderlo. Conviene dejarle cerca del rancho un poco
de tabaco para que masque. Para ahuyentarlo, hay que poner un diente de
ajo en cada esquina de la casa.
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